Aquí te apuntamos cuatro pequeñas sugerencias para cuando estás sumergida en un sufrimiento y realmente quieres salir de allí. Cualquiera de las 4 puede ayudar, y no a largo plazo sino en el acto. Experimentar a fondo una de ellas será suficiente para volver a sentirse más tranquil@ y más content@; no es necesario practicarlas todas. Y un detalle importante: Está en tus manos, no te hace falta nadie más para llevarlos a cabo, solo depende de ti.
¡Pruébalo tu mism@!
- Instálate en el Momento Presente. Retira tu atención de los pensamientos y ponla en lo que está ocurriendo en la realidad del momento presente. Enfócala en tu respiración, en tu cuerpo, en lo que estás viendo o escuchando ahora mismo. Has dejado de sufrir. Mantente aquí. A la que vuelvas a atender lo que piensas, puede que vuelvas a sufrir!
- No te creas todo lo que piensas. Pensamos casi siempre. En nuestra cultura es misión prácticamente imposible dejar de pensar. ¡No pasa nada! Lo importante es no darle tanto significado a los movimientos mentales, no dar tanta importancia a los pensamientos, no son verdades absolutas. Sé testigo de ellos, obsérvalos, sin darles todo el crédito y sin dejarte arrastrar por ellos. Más que suficiente para evitar el 90% de los sufrimientos!
- Acepta que la Vida manda y no tú. Aquí está todo; con esto, se acaba el sufrimiento. Si comprendes profundamente que estás “ a las órdenes” de la Vida, y no la Vida a las tuyas, ya no habrá resistencia a lo que Es, se abandona el control que nos gustaría tener pero que en realidad no tenemos, y se acepta la Vida tal como viene. La lucha habrá acabado y con ella tu sufrimiento porque el sufrimiento se genera con nuestra resistencia a aceptar lo que Es. Si no hay más resistencia, ya no habrá más sufrimiento.
- Siente gratitud y agradecimiento. Mira el vaso medio lleno en lugar de considerarlo medio vacío. Siempre hay algo por agradecer. Cuando agradeces, ya verás…en seguida te sentirás bien. Porque ¡sentir agradecimiento y sentirse mal al mismo tiempo es imposible! Cultiva cada día el sentir gratitud. Importante: ¡no pensarla sino sentirla!
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