Cuando hablamos de “presencia”, habitualmente nos referimos a nuestra presencia física. Pasan lista y cuando mencionan nuestro nombre decimos “aquí” o “presente”, queriendo confirmar que, efectivamente, nos encontramos en tal o tal lugar.
Que esté nuestro cuerpo, es una cosa. ¿Pero donde estoy “yo” realmente? Yo estoy donde tengo puesta mi atención. ¿Qué nos suele pasar? Pues que muchas veces estamos físicamente en un sitio y mentalmente, es decir, con los pensamientos, en otro completamente distinto.
Por ejemplo, por la mañana estás físicamente debajo de la ducha pero pensando en el día que te espera y las cosas importantes que tienes que hacer etc. Así que, de hecho, tu cuerpo está solito debajo de la ducha y es lavado mecánicamente ; tú realmente no estás allí, porque te has ido con tu atención a atender pensamientos, preocupaciones, planes etc. que no forman parte para nada de la situación actual de debajo de la ducha! ¿Te suena?
Hablamos de Presencia (con mayúscula), cuando nuestra atención también está donde está el cuerpo, cuando estamos atendiendo al Momento Presente, al Ahora – y no estamos haciendo caso a pensamientos u otros contenidos mentales que nos sacan del Presente.
Cuando estás en Presencia, cuando vives en esa Quietud despierta, no hay estrés, no hay fricción, no hay ansiedad… y, pasa algo muy interesante: la situación no te interpela a actuar!
Si eres de las personas con tendencia a «salvar el mundo», a organizar todo para todos, a mejorar lo que sea que haya… lo podrás notar mucho.
Desde la Presencia (con mayúscula) podemos dejar que la situación sea como es, y atestiguar cómo la Vida sabe resolver las cosas, sin nuestra intervención. ¡Es todo un descubrimiento!
…y también un descanso y una liberación de ese programa automático de siempre tener que intervenir!